La amenaza invisible: Voces de Fukushima

El idioma japonés tiene dos palabras para la energía nuclear: “Genshi”, la “productiva” energía nuclear que maneja las plantas de energía y “kaku”, el poder destructivo utilizado para las armas nucleares. Esto sugiere una diferencia que científicamente no existe. Un país que cuenta con plantas de energía nuclear también puede crear bombas atómicas. Seis participantes del viaje de Peace Boat comparten sus experiencias y opiniones después de Fukushima.

publicado por Peace Boat el 11 de marzo 2012 >>

Arai Toshiko, Pefectura de Miyagi:
Después del accidente, muchas familias de Fukushima se trasladaron a Miyagi, nuestra prefectura, para que sus hijos pudieran asistir a las escuelas en una zona más segura. Pero muchos padres siguen viajando a Fukushima a trabajar, porque tienen que mantener a sus familias. Además se sienten apegados a su ciudad natal y sienten que no pueden irse tan fácilmente. En la escuela, sus hijos reciben un segundo trauma: sus nuevos compañeros de clase a menudo los tratan mal y los rechazan, alegando que la radiación es contagiosa. Esto ha llegado tan lejos que los niños piden volver a Fukushima, y han expresado que no les importa la radiación, si tan sólo pudieran vivir como antes con sus amigos y familia. Después del accidente había poca comida disponible, así que comenzaron a compartir lo poco que tenían. Muchos científicos dicen que los niños no deben comer productos agrícolas cultivados en Fukushima, pero estos son los productos que se utilizan para preparar las comidas en las escuelas. Así que las madres viajan muy lejos para buscar comida que no haya sido cultivada en la zona contaminada. Lo peor es lo siguiente: La gente en Fukushima no se siente capaz de hablar libremente sobre el peligro, aunque pueden verlo en sus contadores Geiger todos los días. Nunca hice nada para cambiar la situación en mi prefectura. No fue hasta que el tsunami ocurrió que me di cuenta que al no hablar en contra, yo estaba de acuerdo en silencio con la energía nuclear en mi región. 3-11 me cambió mucho. Ahora también he participado en una protesta.

Suzuki Tsuneo, Prefectura de Nagano:
Después de mi jubilación empecé a visitar las regiones afectadas. Me di cuenta de que las secuelas de la destrucción son muy diferentes. Podemos limpiar la ciudad de la destrucción del tsunami y reiniciar nuestra vida allá al día siguiente, pero nunca podremos eliminar la contaminación nuclear. Pero aún así la gente sigue viviendo en las zonas radiadas. A diferencia de Chernóbil, la evacuación no es obligatoria ya que al dar esa orden el gobierno admitiría el peligro y también tendría que pagar una indemnización. Las órdenes confusas y el inestable status quo hace que la situación sea aún peor para la gente de Fukushima.

Ariyama Yoko , Prefectura de Jogo:
He estado enseñando ciencias en una escuela secundaria hasta que me jubilé en marzo de este año. En nuestros libros de texto poco fue descrito sobre los peligros de la radiación. A cambio se hizo hincapié en las ventajas de la energía nuclear como presunta energía “limpia”, ya que no produce emisiones de CO ². “Y hay un problema con los desechos”, el libro añade – sin especificar. Eso era todo. Sentí que esa descripción estaba incompleta, pero no agregué más información. Después del accidente en la central Daihatsu, me di cuenta que nuestro sistema educativo apoya la energía nuclear. Desde ese momento me arrepiento de lo que le enseñe a mis alumnos. Después de 3-11, me faltaba un año más para mi jubilación. Así que he usado este año para decirle la verdad a los niños. Traje periódicos a mi clase y les explique lo que había sucedido. Le pregunté a mis colegas a unirse y muchos lo hicieron. Sin embargo, otros se negaron diciendo que la energía nuclear era importante para mantener nuestro nivel de vida. En abril del 2012, el gobierno lanzó una nueva versión del libro de texto. Pero aún así, casi no menciona Fukushima y presenta la energía nuclear como algo totalmente distinto de las bombas nucleares. Como reacción, la asociación de docentes de Fukushima publicó su propio libro de texto, que trata acerca de los peligros en mayor detalle. Pero este libro no está a la venta en todo el país.

Otozu Hiroko, Prefectura de Miyagi:
Yo estaba preocupada con la energía nuclear, incluso antes de Fukushima. Trato de llevar una vida ecológica en el campo. Pareciera como si estuviera viviendo en los años 50, pero es agradable cocinar tu propia comida en una chimenea, hacer abono y reutilizar el agua de la lluvia. Es poco práctico pero me gusta. La gente dice que podemos hacerlo en el campo porque tenemos mucho espacio. Pero se equivocan. Todo el mundo puede dar un paso hacia una vida más sostenible. Por ejemplo, la energía solar se ha vuelto más popular en Japón desde 3-11.

Konno Ayako and Konno Tomohiro, Namiemachi-Tsushima, Prefectura de Fukushima:
Nuestra casa está ubicada a sólo treinta kilómetros de la planta nuclear de Fukushima, pero eso nunca nos preocupó. La mañana después del terremoto del 3-11, áreas de nuestro pueblo fueron evacuadas. Empezamos a albergar varias decenas de personas en la sala de recreo de nuestra empresa. No existía ningún plan de evacuación, así que todo el mundo dependía de amigos, parientes o desconocidos. Estábamos tan ocupados alojando a refugiados y preparando arroz para ellos, que ni siquiera teníamos tiempo para ver la televisión. Sin embargo, nuestros familiares y nuestros hijos en Tokio nos llamaron y estaban muy preocupados por nosotros. La información de los medios de comunicación y el gobierno era muy contradictoria. La única fuente en que confiábamos eran las familias de la los trabajadores de TEPCO, que fueron las primeras en huir del lugar. Ese fue un mala señal. Dos días después del terremoto nosotros también dejamos nuestra casa. Solo teníamos la ropa que llevabamos puesta pues pensábamos que regresaríamos pronto de todos modos. Nos mudamos a siete u ocho lugares diferentes, las casas de amigos y parientes, antes de terminar en Tokio, donde el gobierno ha reservado algunos apartamentos en arriendo para los refugiados Fukushima. Cada vez que regresamos, nos sentimos tristes. Nosotros teníamos un gato. Cuando fuimos en abril todavía la vimos con vida. Se metió en el carro como diciendo: “No me dejen aquí.” Pero no podíamos llevarla porque en nuestras viviendas temporales no hay espacio para un gato. Nunca la volvimos a ver. Las calles de nuestro pueblo eran estrechas pero ahora están cubiertas con pasto. Pocas personas viven ahí. Sobre todo las personas mayores huyeron de la ciudad para tener una vejez tranquila en el campo. Pero estos son sólo rumores. Cada vez que vamos, tenemos que darnos prisa y no podemos pasear porque todo está contaminado. En Tokio los dos empezamos a trabajar como voluntarios en el Centro de Peace Boat (P-cen), preparando carteles que otros voluntarios posteriormente distribuían. Nuestra familia recibió cerca de un millón de yenes (diez mil euros) como indemnización, pero todavía estamos esperando recibir más. Perdimos nuestra casa y nuestro trabajo. Antes de que el gobierno resuelva la cuestión de la indemnización, no podemos decidir a dónde ir. Ahora Peace Boat es nuestro hogar.

Traducción: Peace Boat

Fotos: Christina Felschen/ Peace Boat